Crear un entorno propicio para el desarrollo del espíritu empresarial es el objetivo del actual gobierno. Situadas en el centro de la nueva estrategia económica nacional, las startups reciben una atención especial. Esto contrasta con los antiguos planes de apoyo a la creación de microempresas, que tienen dificultades para seguir el nuevo ritmo.
Se ha creado un fondo de apoyo a estas empresas de nueva creación. Se trata del Fondo Argelino para la Creación de Empresas (FEA). Según su hoja informativa, la ASF es una sociedad pública de capital riesgo que proporciona financiación de capital y cuasi-capital a empresas con la etiqueta de start-up. El proceso de etiquetado se puso en marcha a finales de diciembre de 2021, y 47 jóvenes empresas han sido designadas oficialmente como start-ups.
Tienen derecho a una multitud de privilegios, incluida la ayuda de este fondo, que dice ser un inversor público. Nacido de una colaboración entre el Ministerio de Start-ups y seis bancos públicos, este fondo no da crédito, sino que integra la condición de socio de la star-up. Aunque criticado por algunos responsables de proyectos, sobre todo en su componente que ha entrado en el capital, sigue siendo una buena opción para empezar y una zona de confort para los jóvenes empresarios.
Los principales problemas a los que se enfrentan las start-ups argelinas son la excesiva burocracia y los problemas de financiación.
Lanzar una empresa es bueno, mantenerla viva es mejor. Esta expresión resuena con fuerza en esta nueva ola de creación de microempresas, principalmente en los sectores digital y de servicios. »Como jóvenes emprendedores, nos enfrentamos a una multitud de gastos que no están cubiertos por las ayudas financieras que ofrecen las instituciones estatales. Esto incluye el capital circulante y el presupuesto de marketing», dice Samia Khedim, fundadora de una startup del sector sanitario.
La tasa de mortalidad de las microempresas es una referencia directa a los proyectos puestos en marcha en el marco de los antiguos planes de creación de empleo, a saber, CNAC, Angem y Ansej. Para esta última, que ahora se llama Anade (Agencia Nacional para el Desarrollo Empresarial), la esperanza de vida de las empresas jóvenes era muy limitada.
Como prueba, el Ministro Delegado del Primer Ministro encargado de la Microempresa, Nassim Diafat, confió, durante su comparecencia en la Radio Nacional, que el 70% de las empresas puestas en marcha a través del plan Ansej, 380.000 en total, estaban en dificultades. Agobiados por las deudas, algunos de ellos no tenían más fondos para reiniciar su actividad. Otros vieron cómo el crédito concedido se desviaba a fines distintos del proyecto inicial.
Ante esta situación catastrófica, el Estado acudió al rescate revisando el concepto de Ansej mediante la flexibilización de ciertas condiciones, como la obligación de estar desempleado para poder beneficiarse del crédito, y lanzó el plan de amortización de la deuda. Los empresarios afectados disponen de un plazo de entre 5 y 15 años para regularizar su situación. Este cambio de nombre y de vocación es muy positivo, aunque la condición de edad sigue siendo la misma.
El programa sólo cubre a los jóvenes directores de proyectos de entre 18 y 40 años. Según los responsables de la agencia, los proyectos más exitosos los lanzan los mayores de 32 años. «Tienen más experiencia en el mundo laboral y una visión clara de su proyecto. Un perfil que es muy raro entre las generaciones más jóvenes», señalan.
Al ser un documento constitutivo del expediente, la inscripción en el fichero de la Agencia Local de Empleo (ALEM) representa un factor de bloqueo frente a los responsables de proyectos asalariados que quisieran lanzar su propio negocio. Según los ecos de esta caja de seguro de desempleo, la reestructuración no tardará en llegar.
El proyecto prevé una pensión de desempleo en beneficio de los licenciados que busquen trabajo y la creación de un fondo de financiación en beneficio de los responsables del proyecto de entre 40 y 55 años. Está pendiente la publicación de un nuevo decreto con sus textos de aplicación para que materializar estos nuevos cambios y reestructurar la situación actual.